Café Cargado

OMG! Cada like en tu contra

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Por Carlos Rippol   [email protected]

Despiertas. Tomas tu teléfono celular para ver el reloj: hora de iniciar la jornada. Ves las notificaciones: son promociones de la app de tu banco y las pasas de largo. Contestas los buenos días en el grupo de whats de la familia y te ríes de un par de memes. Miras tu calendario para ver qué actividades tienes hoy: junta por Zoom a las 11:30 (usarás tu móvil para entrar a la reunión); cita con el dentista a las 4:00 (consultas Google Maps para cerciorarte bien de la dirección). Luego abres tu correo electrónico y respondes de una vez un par de emails. Aprovechas para hacer modificaciones a un archivo de texto que te han enviado. Listo, lo mandas de vuelta. Pones tu playlist favorita mientras te das un baño.

Echas un vistazo a las noticias en Twitter durante el desayuno.  Te asustas al ver que #sismo y #tsunami son tendencia. Te relaja saber que no fue en tu país. Mejor te vas a Facebook a ver memes y, oh dios, lo primero que ves es un anuncio que te ofrece clases de guitarra: justo lo que conversabas ayer en la noche en el café con un amigo. Entonces palideces. Sí, lo recuerdas todo, eso que leíste, eso que te abrumó, eso que te dio miedo: que todas las apps que has descargado en tu teléfono, que todo eso que te hace tan fácil la vida, es usado para espiarte. Que al dar “acepto” a sus términos y condiciones, es como haber dado permiso de que pinchen tu teléfono, pongan cámaras en tu casa y lean tu correspondencia. Que usan cada like que das en tu contra… para manipularte.

 

Dudas un instante. Cierras todo y no sabes si apagar el cel. Quizá lo mejor sea eliminar todas las apps, sólo quedarte con las necesarias. ¿Me estarán viendo por la cámara? Después te ríes de lo absurdo de la idea. Todas tus apps te son necesarias. Por tu cel te comunicas, trabajas, haces citas, lees, te informas, estudias, te diviertes, tienes juntas. Ahí está una gran parte de tu vida, o toda tu vida quizá. Tratas de calmarte. Te dices que todo es tu paranoia. Que no volverás a leer esos panfletos idiotas, conspiranoides, locos.  En todo caso, ya no puedes hacer nada, te tienen enganchado, no puedes librarte.

¿Y si eso quieren que pienses? ¿Si están logrando que veas el mundo como ellos quieren que lo veas? ¿Y si te tienen enganchado como en un casino? ¿Y si te manipulan para comprar, para votar o para que después mates a alguien?

Abres Facebook de nuevo. Ves la pregunta que te hace: ¿qué estás pensando? Miras la cámara. De nuevo te dices que es tu paranoia, que todo está bien, que posiblemente has visto muchos capítulos de Black Mirror…

Vuelves a mirar la cámara de tu móvil. Saludas, con la mano… y dices “¿hola?”.

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